De esta planta (Cichorium
intybus) de la familia de las compuestas que crece de forma silvestre en los campos secos, terrenos calizos y arcillosos, y
cultivada en las huertas bien drenadas, se
utilizan las hojas –crudas, en ensalada, o cocidas, como otras verduras de
hoja, y para realizar emplastos– y la raíz –que también fuera muy estimada por
Galeno.
La achicoria, muy rica en la cada
vez más apreciada fibra, nos aporta
vitaminas A y C, así como potasio, fósforo, calcio, hierro y potasio y el
consumo de sus hojas crudas o cocidas está indicado para combatir los cólicos
hepáticos, la insuficiencia biliar -en fitoterapia, se recomienda la infusión de sus
hojas para luchar contra la ictericia-, así como el estreñimiento -disfunción tan generalizada en el sedentario modo de vida
actual- y la gota -en las bien
abastecidas mesas de la nobleza medieval, era guarnición casi obligatoria de
las carnes asadas y de los guisos de caza.
Y así como en la sabiduría popular
se conocía desde antiguo otras no menos apreciadas propiedades de la achicoria,
como hacer más fluida la sangre -en infusión o en el
plato, se recomienda su consumo a las
personas hipertensas- y aumentar la secreción de orina -excelente depurativo, al evitar la retención de líquidos- y de leche en las
hembras de los mamíferos -tradicionalmente se les daba a las mujeres que
estaban criando, e, incluso, en algunas regiones de la península y del resto de
la Europa meridional, se enriquecía con achicoria la alimentación del ganado
cuando había escasez de pasto o en donde se primaba la producción de terneros
de leche.
Ahora sabemos que sus propiedades
sedantes se deben a su contenido en lactonas sesquiterpénicas iguales a las de
la lechuga, con efecto hipoglucemiante; estimulantes del apetito, merced a la quinidina
un alcaloide parecido a la quinina, que además equilibra el ritmo cardiaco;
bactericidas, sobre todo frente a brucellas y salmonellas, por su contenido de
ácido clorogénico, que aún se utiliza como antiséptico tópicamente; hepatoprotectoras, por el ácido chicorésico, que además de diurético
estimula el funcionamiento del páncreas, delata su característico amargor, y también
facilita la absorción
adecuada de vitaminas así como el mantenimiento de la salud celuclar y
cardiaca, por su aporte de ácido linoléico.
Así que no es de extrañar que al mismo tiempo que
en las boticas se preparaban los específicos para cada paciente siguiendo las
recetas magistrales propias o de los médicos galénicos –como el también
alquimista Paracelso (siglo XVI)–, se divulgara cómo conservar las achicorias en los hogares como
la receta recogida por Mariano de Rementería y Fica en su Manual del
cocinero, cocinera, repostero, pastelero, confitero y botillero, en el
siglo XIX:
Conviene mondar las achicorias á mediados
de septiembre, lavarlas. Hacer hervir agua y echarlas dentro sin dejar que
cuezan enteramente; se sacan y escurren para colocarlas en tarros dispuestas
por capas con sal sucesivamente, y bien apretadas se las expone uno o dos
días al aire, y encima se echa manteca desleída, cubriendo el tarro con un
papel fuerte.
|
O que la recolección de estas plantas entre una
población analfabeta se arropara con ritos mágicos de origen “pagano” –muchas
veces con la aquiescencia de párrocos y monjes– para
acentuar su efectividad, como ya mencionara en sus escritos el mencionado
Paracelso:
Puestos de
rodillas ante esta planta, el día de San Juan Bautista, antes de salir el
sol, se arranca pausadamente, pronunciando en voz baja, por tres veces, la
palabra sagrada «Tetragrámmaton». Se la lleva uno a casa y se tiene guardada,
bien envuelta en paños blancos y limpios. Con esto se obtiene un poderoso
amuleto contra todas las acechanzas diabólicas, contra toda clase de
hechizos. De esta bienhechora influencia participarán todos cuantos habiten
la casa en donde se guarde dicho amuleto.
|
Curiosamente, debían ser los varones de cada pueblo
reunidos –en no pocas ocasiones acompañados por el cura– los encargados de recolectar
las achicorias silvestres localizadas con anterioridad cuyas hojas no sólo servirían
de amuleto contra toda clase de energías negativas, sino también para realizar
emplastos contra todo tipo de afecciones de la piel, cuya efectividad sigue
siendo material de estudio en laboratorios tanto farmacéuticos como cosméticos.
Y en cuanto a los beneficios de ingerir la infusión de la
raíz de achicoria tostada y pulverizada, además de estimular el crecimiento de
la flora intestinal, de nivelar en sangre la glucosa y la insulina, de estimular
la secreción de bilis y disolver los cálculos renales, su consumo está
especialmente indicado para equilibrar el sistema nervioso, mejorar la
hipertensión y paliar la inflamación artrítica.
Y espero que con estos datos disfrutéis
de la achicoria, en cualquiera de sus modalidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario