LEGUMBRES: “El buen alimento genera buen entendimiento”

Hemos tenido que esperar a que llegara la última semana de enero y primera de febrero en este 2015 para notar en el hemisferio norte las características temperaturas propias del invierno, pero ya están aquí el frío, la nieve y las heladas, así como los picos de las epidemias de gripes y catarros, y nada mejor para reconfortar nuestro organismo que los tradicionales platos de legumbres, denostados durante los últimos lustros en nuestra dieta por considerarlos anticuados cuando no injustificadamente asociados con épocas de hambrunas en el medio rural, si bien, por fortuna, en la actualidad, las recetas de marmitas con legumbres, hortalizas y raíces invernales y otras viandas están siendo rescatadas y divulgadas por chefs y cocinillas en los distintos medios de comunicación y que hace ya 15 años yo misma recogí en Cocidos, ollas y pucheros (Mondadori, 1999), a cuyas instrucciones podéis acceder en mi bitácora ”La Guisandera Ilustrada", de esta misma plataforma. 
Merced a los estudios realizados en los laboratorios, ahora sabemos las virtudes nutricionales que albergan las legumbres, que han ocupado un papel tan primordial como los cereales en la alimentación humana desde el inicio de nuestra historia aunque no fuera escrita, como bien saben antropólogos y arqueólogos, habituados a encontrar semillas de estas plantas en los antiguos enterramientos y restos de poblamientos humanos, delator síntoma de la importancia que nuestros remotos antepasados otorgaban a esta clase de alimento.
Y si durante cierto tiempo, apenas unas décadas, determinados nutricionistas del mundo anglosajón miraron con cierto aire despectivo aquellas legumbres propias del régimen alimenticio del ámbito mediterráneo pero no así los guisantes, presentes en gran parte de los tradicionales pucheros de los climas fríos, pronto han sabido rectificar sobre el importante papel que han desempañado  en la evolución y el desarrollo de la humanidad como queda reflejado en mitos, leyendas, costumbres y relatos populares: la bíblica venta del derecho de primogenitura por un plato de lentejas efectuado por Esaú, la costumbre afianzada en el Lacio italiano y ya olvidada en la Alcarria de nuestra manchega Guadalajara de celebrar el inicio del año oficial consumiendo un guiso de la misma legumbre para propiciar la ausencia de hambre durante los doce meses venideros, o la suculenta “escudella y carn d´olla” catalana, en torno a la que se reúnen las familias en esas fechas con el mismo –aunque ya olvidado– fin, o el cuento de las habas mágicas que permiten a sus protagonistas salir de la situación de miseria, por no mencionar otros relatos y teogonías  hindúes  y precolombinas.
Fáciles de almacenar y transportar, una vez cosechadas y secas, las semillas de las diferentes clases de alubias, habas, garbanzos, guisantes o lentejas –además de la soja y otras aún no popularizadas en nuestra cultura, cocidas en líquido o molidas para, transformadas en harina, condimentarlas en papillas o realizar panes, han sido y son  ingrediente imprescindible  de numerosos platos tan suculentos como equilibrados de las cocinas tradicionales, así como de reconfortantes cremas, purés y sopas, cuyas recetas podréis ir encontrando en dicho blog.

Al mal tiempo, buena cara y excelentes alimentos, sabrosamente condimentados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario