Historias en sazón: Platos tradicionales españoles de los menús navideños

En España, antiguo territorio de los confines del mundo conocido en el continente euroasiático, cruce de culturas del mediterráneo y del norte europeo, con una singular y variada orografía, se juntaron las dos corrientes gastronómicas por la sucesiva llegada de pueblos invasores que fueron incorporando sus hábitos culinarios adaptándose  a los ya establecidos, como no ha dejado de producirse hasta el momento, si bien en la actualidad esta corriente viene marcado por los medios de comunicación.

Y precisamente en estos banquetes navideños era fácil descubrir hasta hace unas décadas el punto de origen de las familias españolas, al margen de las migraciones internas, pues se mantenían los menús tradicionales que habían pasado de generación en generación, enriquecidos con nuevos productos incorporados a nuestra dieta –como en siglos anteriores había ocurrido con los traídos de las colonias–, aunque hubieran perdido su sentido original, ahora redescubierto por estudiosos y curiosos afanados en la recuperación de nuestro patrimonio.

Eran platos construidos cuando en la especie humana también se aplicaba en beneficio de la especie la ley de la economía entendiendo por tal el mejor aprovechamiento de los recursos materiales y del personal esfuerzo y tiempo para obtener una mejor calidad de vida, y para alterar la rutina diaria en las celebraciones se utilizaban los productos que la naturaleza ofrecía en el momento en cada región y que sólo estaban disponibles en el mercado en esas fechas, preparaciones que ahora podemos encontrar en las cartas de los restaurantes gastronómicos durante todo el invierno, y en vez de repasar los distintos platos autóctonos propios de estas fechas disertando sobre menús regionales completos, prefiero organizar este artículo por el orden en que aparecían en nuestras mesas, antes de que los casi imprescindibles langostinos las ilustraran.

Sopas
Por sus efectos tonificadores, pues además de calentar los cuerpos preparan los estómagos para el condumio posterior sin olvidar que su ingestión no ofrece dificultad a ancianos y niños también presentes en estas celebraciones, era habitual comenzar con un plato de sopa, elaborada con el caldo de haber cocido los ingredientes sobrantes de otros manjares y pan, si bien desde Despeñaperros para abajo en el interior de Andalucía y de Extremadura en muchos hogares aprovechaban la panceta fresca de la reciente matanza del cerdo doméstico para elaborar migas.

Corno ejemplos tenemos recetas de sopas de pescado en la costa de Euzkadi el pan rallado sofrito con cebolla, ajo y pimiento verde y de Asturias –con rape (pixín) y  almejas, y de Andalucía el caldillo de perro gaditano con merluza (pescada) o el malagueño con pescado de roca y huevo duro, la bullabesa catalana –con rape, bulbos de hinojo y la picada de azafrán y almendras fritasasí como en las no menos suculentas de los archipiélagos guiso caldoso de cherne con patatas, en Canarias, o la caldereta de sardina y pescadilla con almendra, piñones y sobrasada en Baleares, ambos platos vertidos sobre rebanadas de pan distribuidas en los platos.

En la Ribera de Navarra, Aragón y La Rioja y la Serranía gaditana, elaboraban unas sopas de pan sofrito en ajo y tostadas en el horno hasta evaporar el caldo de pella (coliflor) en la zona del Ebro y de repollo en el sur; en ambas Castillas, la tradicional de aceite, ajos, pimentón, agua y huevos, generalmente con pimentón; en el interior de Baleares y de Cataluña, en caldo de ave con verduras y bolitas de carne picada, aderezada con canela en la península y con bastante tomate en las islas, y la de almendras o de menudillos madrileñas.

Verduras
El cardo rico en fibra, sales minerales y vitaminas, aporta su alto contenido en celulosa para facilitar la digestión de los siguientes platos aún se condimenta una vez cocido con un sofrito de ajos y harina en Navarra o de almendras molidas en La Rioja y Madrid y con salsa de tuétano de vacuno en Aragón.

En las mesas de las dos Castillas aparecían por sus virtudes laxantes, dado su alto contenido en vitamina C el repollo o la coliflor (León), aderezadas al ajoarriero, con un sofrito de ajo (remineralizante y antiséptico) y pimentón (vigorizante) en aceite de oliva, y en la capital del reino se consumía la popular lombarda, cocida con manzanas y piñones.

Cocidos y pucheros
Completos platos únicos, compuestos de legumbres (garbanzos o alubias), carnes de cerdo, de res y/o de aves y hortalizas (alguna variedad de col, cebolla, puerro y ajos), además de raíces (zanahorias y nabos) y patatas, que en la mayoría de los sitios se presenta en tres tandas.

En Cataluña, en Nochebuena se cena un cocido de garbanzos con cerdo, vacuno, pollo, berzas y pelota de carne picada con pan remojado en leche muy especiada (la escudella amb carn d' olla), puchero que en Valencia también incluye paloma sustituyendo el repollo por chirivías y zanahoria, consumiendo en la noche del 24 de diciembre la sopa, con pan o fideos y el caldo, seguida de las carnes, y reservando para la comida del 25 las verduras y garbanzos con las carnes sobrantes aderezado todo con salsa de tomate (ropa vieja).

En la Galicia interior, el lacón con grelos y patatas o el caldo de castañas cocidas con cebolla, oreja de cerdo y rebanadas de pan de centeno, eran platos populares.  

En Murcia, el cocido de garbanzos lleva pavo, tocino, chorizo, apio, cardo y patatas, mientras en Canarias se cocinaba la misma legumbre con pollo, conejo, calabaza, calabacines (buvangos) y repollo, aromatizado todo con cilantro fresco y cominos.

Pescados
Aparte del besugo, cuya carne se mantenía firme en esos días durante el transporte desde los puertos hacia el interior y dado su entonces asequible precio se acostumbraba a escabechar para disponer de pescado el resto del año, y que se preparaba asado en el horno o braseado, sobre lecho de patatas y cebolla y con medias lunas de limón incrustadas en incisiones transversales efectuadas en sus lomos, aromatizado con perejil y/o clavo (Madrid y Navarra) o sobre brasa a la parrilla y regado con un sofrito de ajo y guindilla aligerado con vinagre (Cantabria y País Vasco), en las mesas de las regiones que no tenían costa aparecía el bacalao convenientemente desalado y cocinado con un sofrito de ajos o con una salsa de pimiento choricero o de almendras o bien con tomate, cebolla y, en La Ribera riojana y navarra, con pimientos choriceros y/o verdes o rojos asados.

Desde las cocinas de los pazos salió la merluza a la gallega, cocida antes de ser horneada con un sofrito de ajos y pimentón, mientras los vascos la estofaban con cebolla, harina y perejil (en salsa verde), adornándola con espárragos, guisantes, almejas y huevo duro (en cazuela), mientras en Canarias la cocinaban una vez sofrita en una salsa de cebolla, huevo duro y avellanas.

En Navarra y Euzkadi, los chicharros o jureles de tamaño terciado se preparaban con las mismas recetas que el besugo y también acostumbraban a tomar angulas al pil-pil.

Y el bacalao cecial, perfectamente desalado, no sólo aparecía en el menú nocturno navideño del interior peninsular (hay que recordar que si no se abonaba la bula a la Iglesia, la víspera de toda festividad religiosa en el calendario gregoriano había que guardar abstinencia de ingerir carne) sino también en las costas, y hay preparaciones emblemáticas: a la riojana, con tomate y pimientos; al ajoarriero navarro, desmigado y pimientos choriceros o del piquillo; a la zamorana, con patatas estofadas; a la gallega, con coliflor y ajada; a la vizcaína, con una salsa de pimientos choriceros, o en el arroz con coliflor valenciano, entre otros.  

Los mariscos (camarones, centollos, nécoras y percebes) eran un buen entrante en las costas de Galicia y Asturias y los catalanes tomaban langosta cocinada en una salsa elaborada con sangre de marisco, chocolate y almendras mientras los de Baleares tomaban langostinos cocinados en barro en un sofrito de cebolla y ajo regado con vino blanco y en Murcia los cocían una vez pelados y macerados en zumo de limón con azafrán y aderezados con vinagreta de cebolla y huevo duro.

Aves y otros pequeños animales de corral
En las cocinas gallegas en que no se preparaba el lacón cocido con grelos se asaban capones rellenos de castañas con manteca de cerdo, que compartían su protagonismo en las mesas navarras con sus hermanas también castradas (poulardas), también asadas en su propia grasa,  mientras patos, ocas y gansos, rellenos de castañas reinaban en el País Vasco y en Cataluña con setas y especias, y las pavas aún se preparan rellenas de carne, frutas y frutos secos en Cataluña, Madrid y Andalucía donde también se cocina estofado, en Cantabria guisados con arroz y en Extremadura.

En toda España se disponía de pollos designados desde su nacimiento para presidir en esa fecha la mesa, ya sea en pepitoria castellana, con un majado de almendras y pan fritos, vino blanco y azafrán; con langosta y fideos gordos, en Cataluña; el pitu de caleya asturiano, terminado de cocer en el horno después de frito; o cocido con ajo, especias y miga de pan, el tradicional salsúo de Badajoz, recetas que también se aplicaban a los conejos criados en el propio corral de los hogares con menos solvencia económica, además de en salmorejo extremeño o el guisado con all-i-pebre o con ñoras en Levante.

Caza
Los faisanes ilustraban las mesas de los cazadores con buena puntería, al igual que las perdices: a la cortijera en Andalucía, albardadas en tocino sobre repollo cocido con salchichón; cocidas en vino y sangre o con chocolate en Castilla y León, o al estilo de Alcántara –receta que se llevaron las tropas de Napoleón al país vecino sin olvidar las codornices a la toledana –perfectamente desangradas, como manda la tradición hebrea.

Reses
El cordero o el cabrito eran la estrella en muchas mesas navideñas, ya fuera asado en todo el territorio bajo el influjo de la Mesta, como en ambas Castillas; estofado con alubias y patatas en Valencia, o en salmorejo, guisado una vez adobado, o en caldereta con pimiento rojo seco en Extremadura.

El redondo de morucha salmantina, mechado de buen tocino ibérico, o de retinta extremeña o cordobesa, albardado de panceta y guisado en vino de pitarra o de un buen moriles, o una blanqueta de ternera avileña, son platos fáciles de repartir y que resultan más sabrosos preparados con antelación.

Y no hay que olvidar el cochinillo segoviano, acompañado de patatas panadera cocinadas en el jugo soltado al asarlo; el  lechón balear, relleno con sus entrañas mezcladas con frutas deshidratadas, especias y miga de pan, o el gorrín o cuto de Tierra Estella (Navarra), guarnecido de puré de castañas.

Dulcería
Al margen de todos los delicados productos elaborados en los conventos –casi siempre de monjas hasta hace poco contemplativas con las almendras recolectadas en la última campaña, también en los hogares se realizaban mantecados, polvorones, marquesas y otras golosinas, mezclando los frutos secos pulverizados con la grasa de la última matanza del cerdo en el ámbito familiar, siguiendo recetas que las criadas moriscas que hace siglos entraron al servicio de las monjas para evitar los desmanes de los inquisidores del Tribunal de la Santa Fé.

Símbolo del renacer anual de la naturaleza y la inmortalidad, al igual que los huevos de las aves –otro ingrediente imprescindible en muchos de estos manjares, como es el caso del mazapán, la semilla del almendro es la base de numerosos mitos y tradiciones para afrontar con optimismo el nuevo ciclo, y crudas o tostadas, enteras, troceadas, molidas o encastradas en una dulce cobertura, no hay mejor colofón para una cena o comida navideña.


Y ¿quién –si no debe seguir una dieta restrictiva se resiste a probar un trocito de emblemático turrón?

Pero si alguien está pensando que  ya es tarde para preparar alguno de estos platos que nuestros antepasados llevaban a cabo sin conocer el sentido propiciatorio que antaño se les otorgaba para afrontar los 12 meses con cierto bienestar, no hay por qué preocuparse, ya que no sólo el inicio del año solar varía en las distintas culturas y no sólo en la china sino porque cada cual puede decidir elegir su momento en función del día y hora del aniversario de su nacimiento.

En cualquier caso, ¡feliz salida y mejor entrada en el cambio de año! 

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