miércoles, 30 de diciembre de 2015

PROPICIATORIAS ALMENDRAS PARA CAMBIAR DE AÑO

Raro es el hogar español en el que en estos días coincidiendo con el cambio de año según el calendario gregoriano adoptado en el mundo llamado occidental, no haya entrado alguna de las delicias elaboradas con almendras.
Turrones y mazapanes, pastelillos de gloria, alfajores, mantecados y un sinfín de manjares elaborados en conventos y obradores, tanto artesanos como industriales –e incluso en algunos hogares–, además de los almendrucos de suavísima galleta que encierran en su interior una pasta elaborada con las semillas de los árboles cuyo fruto es el tema que nos ocupa, son una auténtica tentación difícil de resistir para quienes gustan del dulce.
No debemos olvidar que antaño, en la cena del 24 de diciembre no se podía ingerir carne, ya que al ser víspera de festividad en el calendario eclesiástico (ver el post “Sobre vigilias, abstinencias y ayunos” en este blog en marzo del 2014), estaba prohibida la grasa de origen animal y de leche así como de huevos (hasta que un obispo de Roma no estaba dispuesto a prescindir de ellos, por su afición a las tortillas), de ahí que durante siglos se mantuviera la costumbre de cenar bacalao o besugo en la mesa de Nochebuena como plato principal.
Y,  había que coger energía para afrontar la larga noche y el frío invernal para acudir a la iglesia y asistir a la misa del Gallo, así que –además del significado ancestral de estos frutos secos que ya expliqué en el post dedicado al almendro en esta misma bitácora, hace un par de años– la ingesta de estas golosinas completaba el menú desde el punto de vista energético y saciante.
Muchas de estas delicias son de origen árabe –no en vano fueron los agarenos quienes introdujeron las plantaciones de almendros en las zonas de secano de nuestro territorio y fueron las criadas moriscas que se refugiaron en los conventos  al servicio de las monjas, al igual que hicieran los varones recién bautizados como hortelanos en los de monjes, y “ayudarles” en la elaboración de jarabes y bebidas espirituosas, por las que aún siguen siendo famosos.
                                                 Resultado de imagen de polvorones  
Para certificar la creencia en su nueva fe –y asegurarse la prolongación de ésta su vida, las cocineras “monjiles” optaron por mezclar los frutos secos molidos con manteca de cerdo en vez de miel o de pasta de sésamo y endulzar con azúcar y así obtener polvorones, mantecados y alfajores, aromatizados con cáscara de limón, canela o incluso cacao, sin olvidar los pasteles de gloria, que albergan dulce de boniato o batata, recubierto de mazapán, además de: los “cordiales” murcianos, con huevos y cabello de ángel; los “polvorones” y “alfajores” sevillanos; los “amargos” menorquinos (almendras crudas dulces y amargas pulverizadas mezcladas con clara de huevo batida y cáscara de limón, reposados y horneados); el “pan de Cádiz”, especie de brazo de gitano en que el mazapán envuelve capas de frutas confitadas y/o carne de membrillo o dulce de boniato o de calabaza confitera; los “macarrones bilbaínos), con solo almendras dulces, para S. Blas, el 3 de febrero; los “mazapanes de Soto” riojanos, con la masa aligerada con puré de patata en almíbar;  las “cascas” valencianas, con dulce de boniato, aromatizadas con canela, sin olvidar los madrileños “huesos de santo”, rellenos de distintos dulces (yema, batata, cabello de ángel, chocolate, crema de café, entre otros
                                            Resultado de imagen de mantecados
Y, tal y como prometí en el post dedicado a los almendros en flor, aquí va la historia del mazapán, esa masa de almendra molida y azúcar con un poco de agua y clara de huevo, heredera de la que se realizaba en la antigua Grecia con miel – similar al reconstituyente mencionado en “Las mil y una noches”  mucho antes de que los árabes introdujeran en la Península el cultivo de la caña azucarera procedente de la India.
                                         Resultado de imagen de pan de Cádiz 
Bajo el imperio de Roma, antes de que se trasladara la festividad del nacimiento de Cristo se realizaba en el mes de marzo realizaban los cristianos unos bollos de almendra y miel para celebrar la Pascua  –antes de que la Iglesia de Occidente cambiara la fecha del nacimiento de Cristo a diciembre, para asimilar los festejos del nacimiento de Cristo al de los dioses solares del panteón romano: el Osiris egipcio y el Sol Invictus de los asirios, entre otros.
Por norma bastante generalizada, las mujeres de la casa mantenían su función nutricia más allá del amamantamiento de los infantes, y era habitual que con los recursos disponibles y su ingenio en varios lugares más o menos distantes surgieran recetas básicamente similares simultáneamente.
Así que no es de extrañar que ya fuera en un convento de monjas como el de S. Clemente, en Toledo, ante la hambruna generalizada en Castilla tras la guerra que terminara en la batalla de Tolosa, en 1212, o en el benedictino fundado por Eloísa Martorana en Palermo, muy próximo a la iglesia de S. Nicolás de los Griegos (ambos bien abastecidos de almendras, de sus huertos o de las obtenidas por el sudor de sus aparceros), pudieran experimentar al mismo tiempo en mezclar por pura intuición o según una receta heredada de modo oral o copiada en algún códice, con notables variaciones.
                                            Resultado de imagen de mazapán
El dulce toledano tradicional consiste en una masa al 50 % de almendra cruda y de azúcar de caña molidas, amasada con un poco de agua y clara de huevo, que en principio tenía forma de torta que posteriormente se transformaría en anguila, siempre pincelada con yema de huevo antes de ser horneada adornada como un dragón oriental.
                                             Resultado de imagen de anguila de mazapán
La masa siciliana, con zumo de frutas (en especial de cítricos) coloreado con azafrán, con jugo de espinacas o de remolacha roja, en ocasiones aromatizada con algún licor de los frailes vecinos, se horneaba en pequeñas porciones con forma de frutas, de aves o de peces, similares a como se consumen en España en los festejos navideños, si bien en Palermo se consumían en la fiesta de Difuntos y ahora están disponibles en las pastelerías sicilianas durante todo el año.
                                             Resultado de imagen de mazapán

Siglos más tarde, Catalina de  Médici introdujo estas golosinas en Francia, donde en la zona centro, en Issoudun, preparan unos mazapanes con una masa similar a la de nuestra tarta de Santiago, y ya Nostradamus, en su Traité des fardements et confitures (Lyon, 1556), incluye entre sus recetas el modo de realizar mazapán, y, mucho después, a principios del siglo XIX, unos confiteros  alemanes comienzan a elaborar sus mazapanes, con mucho más azúcar y agua de rosas.
Y para quienes no gustan del dulce y no quieran prescindir de los buenos augurios mencionados en el citado post de esta misma bitácora dedicado al árbol que el consumo de almendras en el cambio de año, siempre pueden optar por una reconfortante sopa de ave cuyo caldo se haya ligado con almendras dulces frescas peladas recién pulverizadas, un refrescante ajoblanco o un ave en pepitoria.
¡Feliz 2016, con salud y buenos alimentos!