Siglos antes de que pimientos y tomates llegaran a Europa desde el
Nuevo Mundo, para enriquecer nuestra dieta y adornar jardines y huertos, con
unos dientes de ajo y/o las semillas de otros vegetales fáciles de almacenar
(almendras o piñones, pero también
granos de habas o de guisantes secos), pacienzudamente desmenuzados con pasta
de cereal cocido (apreciado pan, no siempre levado) y amalgamados con el jugo de
los frutos del acebuche prensados (nuestro primitivo aceite de oliva ya
estimado por los fenicios), hasta obtener una cremosa mezcla aligerada con agua
fresca y aderezada con sal –para frenar la deshidratación–, vinagre
–compensador de la excesiva cal del vivificador acuífero de pozo o del manantial
cercano– y, ocasionalmente, enriquecida con las aromáticas hierbas de cada zona
–cuyas propiedades nutricionales y terapéuticas ya conocían– y cuantos
ingredientes que no precisaban ser sometidos a la acción del calor tenían a su
alcance (pescados y carnes ahumados o en salazón, huevos de aves y/o frutas en
sazón): ya tenemos la receta básica del “ajoblanco”, cuya diversidad de
acabados ya conocían aquellos de nuestros tatarabuelos que por las peculiaridades
de su actividad laboral podían –si es que no debían– viajar entre los distintos
pueblos salpicados en nuestra accidentada orografía meridional.
Gazpacho de habas cordobés: Si bien ahora vuelve a ser posible adquirir harina de habas o granos de esta leguminosa secos en determinadas tiendas de alimentación o en herbolarios, al disponer de durante todo el año de habitas en conserva o congeladas facilita la realización de este plato en cualquier región no sólo andaluza.
Gazpacho de habas cordobés: Si bien ahora vuelve a ser posible adquirir harina de habas o granos de esta leguminosa secos en determinadas tiendas de alimentación o en herbolarios, al disponer de durante todo el año de habitas en conserva o congeladas facilita la realización de este plato en cualquier región no sólo andaluza.
Ingredientes para 6-8 raciones: 10 habas
secas; 2 dientes de ajo medianos; 6 semillas de comino o 1/10 de cucharadita
de café de molido; 1 ½ cucharaditas
de café de sal; 1 taza (1/4 de l) de
aceite de oliva virgen extra cordobés;
1 barra de pan (100-200
g); 3 cucharadas de vinagre de vino blanco
Poner en
remojo las habas varias horas cubiertas por agua fría.
Pelar los
dientes de ajo; laminarlos y triturar con las habas escurridas, el comino y
la sal hasta formar una pasta.
Añadir el
aceite de oliva virgen extra cordobés y triturar.
Incorporar
el pan y el vinagre; mezclar todo bien e ir agregando, sin dejar de batir, el
agua.
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Gazpacho blanco de Punta Umbría: Era
habitual que en los hogares de la costa de Huelva o a bordo de los barcos de
cabotaje, mientras un futuro comensal empapaba la miga de pan en aceite y vino
y la mezclaba con los ajos machacados, otro se encargaba se encargaba con ayuda
de una navajita de abrir los moluscos, extraer su carne y recoger su jugo.
Ahora, nos basta con abrir una lata de berberechos,
para acercarnos al sabor original de este plato.
Ingredientes
para 4-6 raciones: 4 dientes
de ajo medianos; 1 vasito (1 dl) de
aceite de oliva cornicabra virgen extra; 1/2 cucharadita de café de sal; 3 cm3
de miga de pan candeal; 250 g de coquinas o de chirlas o 1 lata de
berberechos (170-200 g), con su jugo; 1 cucharada sopera de vino oloroso.
Guarnición: 1 cucharada de hojas frescas de menta (1/2 cucharadita de hojas
secas = 1/4 de cucharadita de pulverizada), trituradas con 2 cucharadas de
aceite de oliva virgen extra cornicabra.
Pelar
y picar o prensar los dientes de ajo y, en una sartén con el vino y sobre
fuego medio, abrir los moluscos al vapor.
Extraer
la carne de los moluscos de las conchas y filtrar el líquido que hayan
soltado.
Triturar
el ajo con el aceite de oliva virgen extra cordobés; agregar la sal, el pan rallado y la mitad del marisco con
el jugo filtrado y batir bien antes de
comenzar a incorporar, sin dejar de trabajar, el agua.
Adornar
el gazpacho ya servido con los berberechos reservados y un cordón de la
mezcla resultante al triturar la menta con el aceite de oliva de la
guarnición.
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Gazpachuelo de
Antequera (Málaga): No
cabe duda de que tanto por su apariencia como por su textura y sabor (el orden
de factores, en cocina, sí altera el resultado), éstos y otros gazpachos
realizados al clásico modo por una hábil mano “gazpachera” trabajando en el
dornillo –o, en su defecto- en una ensaladera con la mano del mortero en vez de
triturar los ingredientes con una batidora eléctrica.
Ingredientes
para 4-6 raciones: 1 vaso (1/5 de l) de pan candeal, desmigado; 2 cucharadas
soperas de vinagre de vino blanco; 1
huevo; 3 dientes de ajo medianos, pelados y laminados o prensados; 1 vaso
(1/5 de l) de aceite de oliva virgen extra hojiblanca; 1 cucharadita de café
de sal; 3 tazas (3/4 de l) de agua fría.
Guarnición:
100 g de aceitunas verdes sevillanas, deshuesadas y trituradas con 1
cucharada de aceite de oliva hojiblanca virgen extra y 1/8 de cucharadita de semillas de hinojo
molidas.
Regar el pan con el vinagre y dejar reposar.
Triturar con una batidora eléctrica el huevo,
el ajo y un chorrito de aceite antes de, sin dejar de batir, ir agregando
lentamente el resto de aceite hasta lograr una mahonesa.
Incorporar el pan con el vinagre y la sal y
triturar bien antes de comenzar a añadir, sin dejar de batir, el agua fría.
Dejar reposar la mezcla en la nevera y
servirlo repartido en cuencos adornados con un cordón de la guarnición.
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Gazpacho de pepino (Las Alpujarras): Merced a la sabiduría y habilidad acumulada durante
generaciones y con la simple utilización de una mano de almirez –utensilio
imprescindible en las cocinas mediterráneas desde el Neolítico, a juzgar por
los descubrimientos de los arqueólogos en los ajuares funerarios de las
distintas culturas de esa época– y de un dornillo –ese recipiente de barro
cocido, heredero de los prehistóricos morteros de piedra–, los habitantes de la
mitad meridional de nuestra península han venido disfrutando desde hace más de
un milenio de un sabio y eficaz remedio para combatir la sed y cubrir las
necesidades nutricionales.
Ingredientes
para 4-6 comensales: 2
pepinos medianos; 1 cebolla mediana; 1
cucharadita de café de sal; 1 vasito (1 dl) de aceite de oliva hojiblanca
virgen extra; 2 cucharadas de vinagre de vino; 4 tazas (1 l) de agua muy
fría.
Guarnición: 3 cucharadas de
aceite de oliva lechín virgen extra, 1 cucharada de hojas frescas de
hierbabuena fresca (o 1 cucharadita de
hojitas secas = 1/4 de cucharadita de pulverizadas).
Retirar
los extremos de los pepinos, pelarlos a tiras y cortarlos en finas rodajas.
Pelar la
cebolla, picarla muy menudo y, con los pepinos, dejar macerar con la sal, el
aceite de hojiblanca y el vinagre un par de horas a temperatura ambiente
antes de triturar todo hasta lograr una crema a la que ir agregando, sin
dejar de batir, el agua.
Machacar la
hierbabuena con el aceite de oliva lechín y aderezar con la mezcla el
gazpacho ya en la mesa.
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¡Salud y buenos alimentos!
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