viernes, 1 de febrero de 2013

SALUD(OS) Y BUENOS ALIMENTOS

Con cierto retraso inauguro este blog con la pretensión de compartir cuando no rescatar del olvido los conocimientos que sobre los alimentos que componen nuestra dieta han ido acumulando las generaciones anteriores y cómo han sido tratados en los diferentes pueblos, transmitidos no pocas veces en leyendas y cuentos más o menos populares, para lo que reclamo la atención y colaboración de quienes se acerquen a leer estas líneas.

Con este fin, he elegido “liceo” para su nombre –en homenaje a la escuela peripatética de Aristóteles, quien también centró su atención sobre las fuentes de energía del ser humano–, entendiendo por “viandas” todos aquellos productos que, extraídos del medio natural o producidos por el hombre merced al desarrollo tanto de la pesca y de la caza como de la agricultura y de la ganadería, desde antaño siguen sirviendo de alimento a las personas, base ineludible  para su bienestar.

Mucho ha cambiado el panorama desde que los homínidos buscaban desesperadamente algo para llevarse a la boca con que saciar su hambre hasta el momento actual, en que al poder elegir y manipular las materias primas de la propia despensa, y en el transcurso de milenios los habitantes de cada región han sabido elaborar a lo largo de los siglos las bases de su peculiar gastronomía, con sabias elaboraciones contrastadas por la práctica, cuya coherencia  está siendo paulatinamente reconocida por los estudiosos y amantes del buen comer, ya que hábilmente se tenía en cuenta el máximo aprovechamiento de los alimentos recolectados o criados, la grasa y condimentos utilizados en su elaboración y el combustible disponible para su cocción, ya que, como reza el título de la obra de Faustino Cordón » (Ed. Tusquets, Barcelona, 1980), Cocinar hizo al hombre.

En esta bitácora quiero pasar revista a cereales y legumbres, verduras y hortalizas, frutas y condimentos, carnes de ganados y caza, pescados y mariscos, productos lácteos y huevos, además de las grasas utilizadas para cocinar, y cómo para asegurarse su sustento los diferentes pueblos han venido construyendo mitos y leyendas para asegurar  los hábitos adecuados de alimentación para sus descendientes.

Y nada mejor que inaugurarlo que el inicio de febrero, mes que antaño era el apropiado para limpiar el hogar, los aperos de labranza, corrales y cuadras, tanto en tierra como en las riberas de ríos y mares, aprovechando que la naturaleza comenzaba a bostezar, desperezándose de los rigores invernales, cuando los habitantes del hemisferio norte de nuestro maltrecho planeta se preparaban para afrontar el nuevo ciclo solar con ritos de limpieza y purificación para eliminar telarañas del pasado e iluminar el brumoso cuando no oscuro futuro, que tal vez no estaría de más recobrar.

No es de extrañar que tanto los celtas como los pueblos del entorno mediterráneo celebrasen los primeros días con festivales agrarios a sus divinidades femeninas.

En los territorios del norte europeo y sus islas, tal día como hoy celebraban el Imbolc o Ambiwolka en honor a Briganti, Brigit o Brigíd, la diosa madre sanadora y protectora de las mujeres jóvenes, los rebaños y los bardos y la ancestral portadora de luz que va cobrando fuerza cada día conforme el vivificador Sol va acentuando su fuerza: se consagraban los pozos sagrados y se encendían  hogueras en colinas y poblados y mientras los hombres construían pequeñas muñecas de paja para que las mujeres las guardaran hasta el siguiente año cerca del fuego del hogar ellas realizaban velones protectores contra las  tempestades con grasa animal.

También en este mes se rendía pleitesía a la suprema diosa Hera/Deméter, para propiciar la vuelta a sus brazos de su amadísima hija desde el mundo infernal de su esposo, sobre cuyos ritos propiciatorios espero explayarme mañana.

¡Buen provecho y viva curiosidad!

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