Tradicionalmente se considera “alimento” toda sustancia que por
composición química y características organolépticas va a calmar el hambre,
saciar el apetito y aportar los nutrientes necesarios para mantener un buen
estado de salud y entendemos por “vianda” esos mismos productos una vez que han
sido manipulados o transformados para utilizarlos en cocina, tanto en crudo
como en cocido, y no sólo las piezas proteínicas (carnes, pescados y mariscos),
como hasta bien avanzado el pasado siglo.
Sensible a los conocimientos derivados de los estudios que se
siguen realizando en los laboratorios universitarios y de empresas relacionadas
con el sector agroalimentario, en el código
alimentario español se ha ampliado la definición de alimento como "sustancia natural o transformada que
por características, aplicaciones, preparación, composición y estado de
conservación puede ser utilizado para la nutrición humana ", tras reconocer el importante papel en nuestro
bienestar de lo que hasta hace poco se consideraba “condimentos” (como hierbas
aromáticas y especias, ya incluidas en las últimas ediciones de la pirámide
nutricional) y para evitar lagunas legales de otras sustancias, como el chicle
y las bebidas que no aportan nutrientes, considerándose un caso especial los productos
dietéticos.
Los alimentos pueden ser de origen vegetal, animal o mineral, y
hasta hace poco se clasificaban en cereales, leguminosas o legumbres,
tubérculos y rizomas, frutas y verduras, carnes, pescados y mariscos, huevos, leche
y derivados, grasas y aceites y azúcares.
Pero en la actualidad también se clasifican en función de su
contenido en nutrientes:
Alimento completo: es aquel que
contiene todos los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del
individuo, ejemplo: la leche materna en el período lactante y las preparadas de
adaptación.
Alimento simple: es aquel que contiene un solo nutriente, ejemplo: agua,
aceites.
Alimento incompleto: es aquel alimento que tiene muchos
nutrientes, pero que no completan las necesidades humanas, por ejemplo: frutas, verduras.
Y, además, ante la evolución de las industrias agroalimentarias,
también están clasificados según su aptitud:
Alimento apto: es aquel alimento
que cumple con las ordenanzas, condiciones y pautas del código alimentario
europeo, si bien, además, deben cumplir otras normativas propias de cada estado
y sus departamentos.
Alimento alterado: es aquel que
modifica sus propiedades organolépticas (olor, color, sabor) por causas fisicoquímicas,
como variaciones climáticas o causas biológicas: bacterias, hongos, roedores.
Alimento falsificado: es aquel alimento
cuyo envase vende un producto pero su contenido no es el original.
Alimento contaminado: es aquel no apto para el consumo, puesto que
sus propiedades organolépticas y nutritivas pueden haber variado por el ingreso
de algún microorganismo y
transformándolo en un alimento tóxico.
Además, ahora podemos encontrar en el mercado alimentos:
De primera gama: Todos aquellos que
no han sufrido ninguna manipulación, salvo la limpieza y el envasado.
De segunda gama: Las conservas y salazones.
De tercera gama: Los congelados.
De cuarta gama: Verduras y frutas, limpias y envasadas en
una atmósfera transformada para prolongar su duración en óptimas condiciones.
De quinta gama: Aquellos que ya han sido cocinados por
completo o en parte y se presentan envasados al vacío.
Y ahora también, merced al desarrollo de las diferentes ramas de
las ciencias de la alimentación, los alimentos también se clasifican desde el
punto de vista funcional en:
Energéticos.- Que nos proporcionan, fundamentalmente,
calorías. Se trata de alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas. Los hidratos
de carbono s e queman en el interior de las células, proporcionándonos cuatro
calorías por gramo de peso. Son alimentos energéticos: el aceite, los cereales,
las legumbres, los tubérculos, el azúcar…
Plásticos o formadores.- Su misión es la constitución de
los músculos y reparación de los tejidos. Los alimentos plásticos por
excelencia son los muy ricos en proteínas: los lácteos, las carnes, los huevos,
el pescado, los mariscos...
Reguladores.-Pertenecen a este grupo aquellos alimentos ricos en minerales y
vitaminas. Su principal función es la de actuar de catalizadores -activan y
controlan las otras funciones sin intervenir directamente en ellas. Los
alimentos más destacables de entre ellos son las verduras y las frutas, por su
alto contenido en vitaminas, minerales y oligoelementos.
Funcionales: Aquellos que se consumen como parte de una dieta habitual que
contienen un componente biológicamente activo, nutriente o no, que actúa
selectivamente sobre una o varias funciones del organismo para beneficiar la
salud y reducir el riesgo de sufrir enfermedades.
Lo que no
resulta tan novedoso como nos puede parecer, ya que la idoneidad de la ingesta
de ciertos alimentos en función de la temporada y de la dolencia, de la
constitución de individuo y de su hábitat, ya estaba recogida en textos
sagrados y médicos de milenarias culturas
todavía en vigor, como la hindú o la china -cuya sabiduría se ve paulatinamente
confirmada por actuales estudios científicos- y los galenos de la antigua
Grecia y Egipto, origen de la medicina actual.
Pero de eso ya trataremos otro día.
La idea es asegurarse de que todos los contadores canten la misma melodía del mismo himnario.
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