En vísperas del día 6 de enero, cuando en las
iglesias cristianas occidentales conmemoran el bautismo de Jesús de Nazaret
mientras en las ortodoxas celebran su nacimiento, es habitual que los niños se
despierten ansiosos por ver los regalos anunciadores de que sus vacaciones
invernales están a punto de finalizar, y como despedida de esas celebraciones
nada mejor que un desayuno compartiendo con su entorno afectivo ese pastel anular
de masa esponjosa aromatizada con agua de azahar y orlado con vistosas frutas
glaseadas y láminas de almendras que
conocemos como Roscón o Rosca de Reyes, si bien los adultos del hogar suelen reponer
fuerzas de sus arduas tareas nocturnas con otro “Torta de Reyes” –como dicen los
franceses–, eso sí, aromatizado o acompañado con algún licor.
Pero al igual que os comentaba en otro post
anterior cómo se había trasladado la fecha del nacimiento de Cristo a diciembre
desde marzo a diciembre para solapar la antigua conmemoración de los dioses regeneradores
de las religiones establecidas en los territorios por los que se iba
extendiendo la nueva religión en los primeros siglos de nuestra era, también se
adoptó la costumbre de finalizar las antiguas Saturnales con una rosca endulzada
con miel y rellena de los frutos secos asociados a la inmortalidad (almendras,
dátiles, higos), en el día en que Kore (la Perséfone griega o Proserpina romana)
alumbró a Aión (adaptación helena de Eón, dios fenicio supremo e imparcial del tiempo
eterno y la prosperidad y personificación del “Tercer Ojo” de los hindúes).
Durante el Imperio, para culminar los festejos en
honor del nuevo año los patricios romanos ofrecían a sus esclavos una de esas tortas
anular (como el transcurso de las estaciones solares) con un haba seca (base de
la alimentación de los sirvientes por entonces y de gran parte de la población
durante el Medioevo) en su interior, a modo de boleto de libertad para quien la
encontrase.
Probablemente fuera desde los monasterios
medievales desde donde se impulsara la asociación de la costumbre romana de
regalar juguetes a los niños al final de las Saturnales con la visita al Mesías de los magos o astrólogos relatada en el
Nuevo Testamento, y si consideramos la rápida expansión por Europa de los benedictinos
y del surgimiento del Císter en Francia,
tal vez fuera surgiera de las cocinas de los conventos franceses el ritual del Gâteau (o Courenne) des Rois,
primero entre la nobleza para luego popularizarse, en la capital de los reinos
y desde allí a las provincias metropolitanas y de ultramar.
Y tal vez fueran los Borbones quienes a su llegada
a la corte española introdujeran tal costumbre en Madrid, con todo su ritual,
que explicara Mesonero Romanos en su artículo «Un año en Madrid» (1852):
Otra
costumbre antigua, también muy autorizada en el extranjero, especialmente
entre nuestros vecinos los franceses, es la ceremonia, igualmente halagüeña
y filosófica, que celebraban en los banquetes privados el día de
|
Ya ha llegado el momento de colocar mis zapatos sobre
un calendario junto al balcón, por ver si mis deseos se cumplen en este año
recién estrenado, como espero ocurra con los vuestros.
¡Salud y buenos alimentos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario